El día que venía "El tren de la Libertad", así, con mayúsculas yo trabajaba, estuve toda la mañana acordándome y algo frustrada, bueno , muy frustrada. De vez en cuando necesito esa inyección de motivación que da lo gregario, la emoción compartida, el hallar en los ojos de desconocid@s esa chispa que ven en los tuyos. Suelo ir a las manifestaciones con amistades, pero no me importa ir sola. La semana pasada tan sólo pude encontrar los rescoldos en la estación de Atocha, aún así sonreí con ternura. Imaginé los abrazos, las sonrisas, los cánticos, esa atmósfera que sólo da la comprensión de ideales compartidos, no pude evitar hacer estas fotos
Estación Atocha 1 Febrero 2014
Ayer sí pude ir hacer el recorrido completo, aunque muy rápido -también tenía que ir a trabajar- y aunque no pude escuchar a Alicia Ramos, ni el manifiesto final, sí pude berrear consignas, alzar el puño, sujetar pancartas, dar unos saltitos y explicar a una veinteañera el porqué de los manojitos de ruda y las perchas que dolorosamente recordaban tantos abortos clandestinos y mortales. Entre los miles de personas la muchacha eligió preguntarme a mí y luego se lo explicó a su grupillo de amigos , igual que yo , que horas después también se lo explicaba en mi trabajo a unas adolescentes impresionadas. Parece que soy educadora hasta en mi tiempo libre...
En la manifestación se mezclaban jovencillas con megáfono con mujeres que treinta años antes ya estaban en el mismo sitio con el mismo mensaje. Me emocionó un grupo de hombres , casi ancianos , que cantaban como una cofradía vasca lo que debería ser algo incuestionable para todos y todas: el absoluto poder sobre el cuerpo de una mujer corresponde a esa mujer. El Estado sólo debe preocuparse por asegurar que esa mujer esté sana, formada, educada y sea autónoma en sus decisiones.
No sé por qué nos temen.