Hace poco me impactaron mis compañeros de los viajes chiquitos , los diarios, los anodinos, los compañeros de buses, trenes y metros de seis de la mañana. Esos de colonia reciente y doblez de almohada , ojos de sueño y planificación del día. A un lado un obrero con lápiz en la oreja ya desde hora temprana se frotaba con angustia una cara de facturas que no cuadran y jornada dura. Sus manos le delataban.
Al otro lado , una mujer tejía con largas agujas como si no hubiera mañana, con cuerpo y gesto relajado en el traqueteo del vagón, como si pudiera permanecer todo el día en esa frenética labor hipnótica. Tan ajena esta vida pero tan igual a las antípodas que visito por placer en los otros viajes. Ojeo algún periódico que protagonizan los últimos corruptos y las cifras de sus escándalos de acá.La serenidad de la tejedora es universal, tanto como el egoísmo de los poderosos.