Esta mañana al ir a limpiar el peine y quitar los pelánganos que se enrollan en él, el tiempo se ha detenido; entendámonos, no se ha detenido... me he detenido yo,( que al fin y al cabo soy quien asigna la valoración de esas dimensiones , ¿no?). Flipada he estado mirando atontoliná perdida un cabello entre mis dedos, la mitad desde la raíz de color blanco -que poco a poco irá siendo mi color también-y la otra mitad de mi color (el de siempre ). Evidentemente no es mi primera cana, ya tengo algunas, esa no ha sido la sorpresa. Pero sí es la primera en que veo la transición abrupta de un color a otro, de una época a otra, veo en el cabello la evolución que vivo progresiva , como todo en el universo, y que a veces como en esta nadería observo el choque y la ruptura de un estado a otro. Y me han venido ideas a guantazos...
Hay hitos sociales estipulados, diferentes en cada cultura, que nos marcan cambios subjetivos, como si fuéramos de repente otra persona cualitativamente diferente ( Tienes 18 años, puedes votar, conducir ,"ya eres adult@", Tienes tu primera relación sexual y mientras te subes los pantalones piensas: "ya está, osea, que era esto, ¿ya soy una mujer...? " ,"Se hace mayor,ya anda sin agarrarse a cosas..., en nada deja de ser bebé, ya habla ". Tienes tu primera regla....o la última )Tantas y tantas señales que demarcan territorios emocionales instaurados cuando realmente este camino no es totalmente longitudinal ni único, llevamos en la maleta a la niña que fuimos, a la adolescente y la mujer que somos, mezclándose, riéndose entre ellas y pasando la mano por la espalda acariciando la nuca y aconsejándote sobre la mujer en la que vas a seguir convirtiéndote... con pelo blanco, o de colores oye, que para gustos... Yo realmente me sentí crecer cuando pude agarrar con una sola mano la taza de colacao, bien pequeñita debía ser... o recuerdo la satisfacción de encender una cerilla por primera vez, o ensayar y ensayar con un chicle, hasta que te dolía la lengua de cansancio y conseguir una pompa de chicle rosa... hitos pequeñitos, pero significativos, esos no están en los tratados sesudos y estadísticos.
Se postula un "reloj biológico" diseñado y programado de forma inalterable en su final pero con "matices biológicos" según uso, vamos, que aceleras tu muerte celular , según la vida que le des a tu cuerpo.
En general , según me cuentan, para hombres y mujeres , ver tu primera cana es otro pequeño hito que hace que otro reloj que me invento, el "reloj emocional" dé un pequeño vuelco. Y he pensado....
Que ambos relojes se compaginen de forma armoniosa tampoco es frecuente-aunque aconsejable- Y claro, libre de estereotipos rancios de lo que corresponde a "cada edad o condición". Saber madurar y envejecer es un arte y saber adecuarse a lo que hace bien a tu cuerpo y a tu mente también.
Al contemplar en pijama y con ojos de sueño mi pelillo bicolor esta mañana he sentido traspasar una frontera, como si mi melanina hubiera vivido un cataclismo pequeñito del que no me he enterado. Creo que tengo que cenar menos, que me levanto mu malamente y me da por pensar en el tiempo y la física , y me pierdo, de verdad , que me pierdo en divagaciones de cajón... y aún no había puesto ni la cafetera...
Este reloj lo construyó mi padre con madera de ébano y hoja de verruga, el siguiente es mío de barrillo. Qué manera lineal de intentar medir el tiempo...Anda que...menudos pringadillos prepotentes que somos el género humano...
A ver si todo esto es porque mañana es mi cumpleaños... Me encantan los días de cumpleaños, sobre todo si es el mío.
A ver si todo esto es porque mañana es mi cumpleaños... Me encantan los días de cumpleaños, sobre todo si es el mío.
* Para mi reloj utilicé arcilla normal, tablillas de parquet y clavos de acero de un contenedor de obra de la calle. Las incisiones las hice con tapas de rotuladores y bolígrafos. Usé para dar color, betún de zapatos corinto y marrón, la maquinaria era de un reloj de propaganda de Coca Cola. Desde aquí agradezco a esa empresa de refrescos exponente máximo de la expansión capitalista y responsable del color rojo de Papá Noel, su involuntaria e inadvertida colaboración. Je.