domingo, 9 de febrero de 2014

¿Por qué nos temen?

El día que venía "El tren de la Libertad", así, con mayúsculas yo trabajaba, estuve toda la mañana acordándome y algo frustrada, bueno , muy frustrada. De vez en cuando necesito esa inyección de motivación que da lo gregario, la emoción compartida, el hallar en los ojos de desconocid@s esa chispa que ven en los tuyos. Suelo ir a las manifestaciones con amistades, pero no me importa ir sola. La semana pasada tan sólo pude encontrar los rescoldos en la estación de Atocha, aún así sonreí con ternura. Imaginé los abrazos, las sonrisas, los cánticos, esa atmósfera que sólo da la comprensión  de ideales compartidos, no pude evitar hacer estas fotos

Estación Atocha 1 Febrero 2014
Ayer sí pude ir  hacer el recorrido completo, aunque muy rápido -también tenía que ir a trabajar- y aunque no pude escuchar a Alicia Ramos, ni el manifiesto final, sí pude berrear consignas, alzar el puño, sujetar pancartas, dar unos saltitos y explicar a una veinteañera el porqué de los manojitos de ruda  y las perchas que dolorosamente recordaban tantos abortos clandestinos y mortales. Entre los miles de personas la muchacha eligió  preguntarme  a mí y luego se lo explicó a su grupillo de amigos , igual que yo , que horas después también se lo explicaba en mi trabajo a unas adolescentes impresionadas. Parece que soy educadora hasta en mi tiempo libre...
En la manifestación se mezclaban jovencillas con megáfono con mujeres que treinta años antes ya estaban en el mismo sitio con el mismo mensaje. Me emocionó un grupo de hombres , casi ancianos , que cantaban como una cofradía vasca lo que debería ser algo incuestionable para todos y todas: el absoluto poder sobre el cuerpo de una mujer corresponde a esa mujer. El Estado sólo  debe preocuparse por asegurar que esa mujer esté sana, formada, educada y sea autónoma en sus decisiones. 
No sé por qué  nos temen.


3 comentarios:

  1. Nos temen porque las mujeres podemos salir adelante pese a todo.

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  2. El poder se basa en la dominación. Si dominas a las mujeres, las obligas a cargar con hijos (Si son dependientes, mejor) y les niegas la capacidad de decidir por si solas, harás que sean sumisas y plegadas al mando del varón. Así ha sido siempre y hay quien lo añora. Valores tradicionales, el hombre a trabajar, la mujer en casa con los niños y el domingo a misa de doce y ellas a hacer punto y ellos al fútbol/puticlub por la tarde.

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  3. El tramo final de la ley de Gallardon y Cia. ha coincidido en el tiempo con un nacimiento en la familia y lejos de caer en sensiblerías me ha servido para reafirmarme en que la decisión final debe ser de la embarazada, ni legisladores, ni clero, ni hostias en vinagre!!!
    Ya sólo les falta prohibir los métodos de planificación familiar y habremos vuelto de golpe a la vida sexual de nuestras madres.

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